Anotación sobre el sexo #1

El otro día, en medio de mi cuarto, sin saber bien por qué, pensé en el sexo. Vino a mi mente la idea de futilidad, el recuerdo de esa sensación de una inmensa expectativa que viene a estrellarse con lo concreto del hecho en sí; casi podría llamarla “decepción” si al final de un respiro no salieran de mí las palabras “estuvo bien”  con una tibia alegría. Son auténticas. A pesar de su realidad está bien, no deja de ser placentero a pesar de ser tan trivial como frotarse el vientre. Luego pensé en las parejas del mismo sexo  y todo por lo que tienen que pasar por follar entre ellxs, lo tonto y absurdo de su sufrimiento. ¿Cómo dos piernas cubiertas de vellos, entre cruzadas y bañadas por la luz de la tarde podrían ser un crimen? Y sin embargo sucede. Podría no importar, incluso, si sucediera en secreto, es como si nunca hubiera pasado; pero hay gente que se sigue desgarrando por ello. Así mismo imaginé multitudes de parejas discutiendo, platos romperse (ese inconfundible signo de la unión marital), desastres familiares y personales; todo por un mísero polvo; una cosa que desde cierto punto de vista no es ni bonita, ni trascendental, ni especial: Dos personas (o quizá más) bramando como animales mientras sudan y se agitan tratando de encajar sus cuerpos. Somos la raza del mono que piensa que piensa. Pero al final, lo que menos importa es el sexo, sino todo lo demás, todo lo que no es pero está conectado a él: La moral y los valores, la reproducción y la producción, las relaciones y los sentimientos, los afectos, los sobornos, los chantajes, los gobiernos y sus agendas, las iglesias, las guerras…  ¿por qué estarán tantas cosas ancladas a él? ¡Es una locura! ¡No se puede tirar en paz! Todo es un vértigo, un desastre, autos chocando en las autopistas. La gente coge con afán, en especial los amantes masculinos, se apresuran ante una tensión tan demoledora como placentera, embisten sus malestares, todo lo que escucharon alguna vez sobre el amor, la espiritualidad, el placer, el milagro de la vida; es una carga acuestas que les hincha la ansiedad. Con desesperación embaten  todo lo que les separaba de aquellas promesas hasta alcanzar ese edén. Se vienen rápido. Sospecho mirando por la ventana que si el coito no estuviera tan impregnado de fábulas existirían menos eyaculadores precoces, es el apuro que causa la angustia metafísica.

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Reinvención

Últimamente no escribo mucho. Lo días se suceden de una manera muy similar: Me levanto, enciendo la computadora, reviso las primeras noticias del día, busco qué desayunar, me ducho, llevo los perros al parque, almuerzo, y una vez más me hundo en la red. Este extraño tiempo de pandemia ha sido una oportunidad para muchas y muchos en cierto sentido: para el gobierno la de saquear de una manera más eficiente y holgada, para otras y otros de aprender un oficio, compartir más tiempo con sus parejas hasta hartarse, y así… Yo ya hice mi parte: participé de talleres, practique manualidades, cociné, dibujé, medité, me masturbé, vi las caricaturas y las alocuciones del presidente; pero parece que no basta. Quizá el cinismo hablando por alguien más podría decirme: es que no lo has hecho lo suficiente. Siempre es lo mismo, la misma insuficiencia como persona que se nos reporta, y mientras tanto otros sonríen y saludan agitando la mano, se sientan en el sofá y lo hacen más simple. El éxito solo es tu juguete favorito en una caja de cereal. La autoconciencia tiene que servir para algo más que lamentarse; la pregunta entonces es ¿Sabiendo como es el mundo, cómo vivir en él? ¿Sabiendo la vida que a uno le ha tocado vivir, cómo tomar una decisión? o incluso, y es la pregunta más inquietante ¿cómo escapar?. Ahora camino de un lado al otro todos los días, recorro la alfombra en medias de la sala al cuarto de mi madre, voy y vuelvo, suelto el aire contenido en grandes suspiros y miro por la ventana hacia el parque; la incertidumbre; veo las personas pasear por ahí y me alegro un poco, recuerdo unas palabras de mi hermano que creo jamás olvidaré: «Uno pobre no puede darse el lujo de cambiar de carrera, tiene que terminar si o si.» Percibo en ellas una derrota vital profunda, un rendimiento total antes los condicionamientos de la vida,  que si no le conociera diría que es reprochable, pero paradójicamente no lo es… Sin embargo pienso en ellas como si estuviera en un cuarto oscuro y mi cuerpo fuera lo único que se ilumina, las siento como una sentencia y quizá una maldición arrojada sobre mí, incluso llego a cuestionarme si se trató de una saeta indirecta hacia mí, lo cuál me hace hallar un ángulo ridículo en ello porque dice más de quien las emite que de quien las recibe. Como desparpajándome del ensueño me sacudo la sombra que se extiende sobre mí . Me digo «allí no» tomo las llaves y salgo de mi casa rápidamente camino a ninguna parte. Al andar paso  de manera alterna por parques verdes y enormes bloques de ladrillo naranja que reúnen sospechosamente a la multitud, es un paisaje que se sucede sin mayores alteraciones; atino a decir que la locura tiene forma de repetición. Veo a los niños y sus padres paseando el perro por los prados, el rosa de sus helados que resplandece al sol, burbujas que encierran la escena en marcos redondos de tono violeta y azul elevándose por los aires, muchachos de mi edad jugando fútbol vestidos con camisetas multicolores de todos los clubes deportivos posibles; por un momento, entre los pregones de los carreteros que venden aguacates, la risa de las y los niños, el estruendo de los equipos de sonido, mis pensamientos se acallan y no soy más que una briza en el territorio. Aveces cuando estoy solo miro el techo de mi cuarto y pienso en todas estas imágenes, en mi mutismo, y comienzo a tener la convicción que muchos chicos de mi generación pueden sentir lo mismo: el desdoblar mudo de los pensamientos en silencio; pero ante su miedo a la soledad no saben qué hacer y corren a alguna parte, unos van a la iglesia y otros huelen pegamento, no parece haber nada mejor que hacer en estos alrededores. Cavilo ahora sobre mí, mi vida, me doy golpes de pecho diciéndome que no me puedo quedar aquí, en este lugar, en esta manera de vivir con el mundo. La vida es tan grande como para dar pequeños pasos. Pienso en lo que quiero, mis deseos, y el porqué no logro conseguirlo. Lo escribo en un cuaderno para que no se me olvide, pero pienso que quizá deba tatuármelo en alguna parte de la cabeza, eso le haría el trabajo fácil a muchos. Imagínese: asistir a la entrevista de trabajo con sus proyectos personales estampados en la frente; le ahorraría tiempo al entrevistador. Agotado, termino por pensar que de lo que se trata  es de rebelarse contra una forma de vida que tiende a la tristeza  y el aburrimiento, un modo de permanencia que desemboca inevitablemente en lo que llamamos depresión, esta hacia la desesperación y allí una negación de la vida (ya sea en una disminución personal o en un deseo por la muerte). ¿Cómo se rebela uno ya no ante una autoridad externa sino ante la vida misma, contra sí mismo, a algo que tiene estrecha relación con nosotrxs? La respuesta parece estar conectada con lo que se entiende por formas de vida o modos de vida. Ante una vida mecánica y fría, uno busca su torcedura y deformación. Es aquí donde se desarrolla todo tipo de manías y aberraciones en cada quien, o donde florece su espontaneidad. Un hombre agobiado se lanza desde lo alto del Salto de Tequendama como gesto triunfal y creativo sobre una vida que parecía hacerle mala cara todo el tiempo, en su bolsillo en un trozo de papel se lee: «La vida es un invento. Rodrigo de Arce». Otros son formales caballeros que al caer el sol se convierten en reinas de las noche, psicópatas, escritores, metafísicos;  todo tipo de animales en esta jungla. Sus acciones singulares se convierten en un modus vivendi que implica un conjunto de consecuencias y preparaciones previas que deben ser atendidas.

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Nadie visita una habitación del Sur.

Nadie visita una habitación al sur de sus posibilidades,

menos un domingo donde el Sol intenta abrazarnos

pero nos escurrimos lánguidos.

 

Nadie visita una habitación en cuyo vacío

solo caben fotografías encontradas de viajes olvidados,

los restos de la piel seca

arrancada a los desnudos retratos,

la humedad de corrientes musicales

en las que flotan distorsionados pensamientos.

 

Y aunque no venga nadie,

se pasea el tiempo

dejando su rastro por las paredes.

Se desintegran los insectos

de este viejo árbol.

 

Es entonces

cuando se acumulan botellas,

ropas en el suelo,

platos;

pluralidades a las cuales integrarse;

luego, el hastío.

 

A media noche

practicar el espionaje de ventanas,

y en la penumbra,

saludar a lo lejos

a los ñeros del parque

que patean su pelota

imitando las sombras.

 

 

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Tecno-fascismo y resistencia mágica en la era del miedo.

Hay cierto tipo de hechicería que no vemos pero que influye en cada unx de nosotrxs conduciendo y definiendo el rumbo de nuestras vidas. Llamamos misticismo cuando se acude al secreto para influir sobre las mentes y las acciones de las personas. Pues bien, hay una mística cotidiana que pasa desapercibida a nuestros ojos (porque en realidad está diseñada para que así sea) y está presente en los objetos con los cuales mantenemos en la actualidad una relación más intensa: la tecnología. Si pensáramos como el ciudadano normal-promedio tal vez no veríamos en la tecnología ningún riesgo o truco subyacente, solo la percibiríamos como objetos puestos únicamente para nuestro beneficio por los grandes benefactores que controlan el mundo y el progreso. Es este el tipo de conciencia sumisa que ellos pretenden imponer. Pero si miramos nuestra realidad con un poco más de profundidad y espíritu crítico, pronto descubrimos que es definida por un montón de conflictos de raza, clase, género en los que cada cosa, incluso nosotrxs mismxs, tenemos un lugar, cumplimos un rol y tenemos una razón de ser muchas veces determinada por alguien más. Es así como debe pensarse la tecnología, en medio de las disputas por el poder y el capital de las grandes corporaciones y regímenes que quieren administrar nuestras vidas. Y hemos de saber, además, que las disputas por el poder tienen una dimensión mística-mágica-esotérica en tanto en ellas se pretende influir sobre la psique de una manera inconsciente.

Si tuviera que describir entonces  cuál es la dimensión mágica de la tecnología, dónde se esconde el truco y la hechicería, diría que tras lo que llamamos “aplicaciones” y “redes sociales” se invierten monumentales cantidades de dinero en expertos en conductismo encargados de diseñar estímulos para la mente que nos mantengan prendidos al móvil o a la pantalla en un estado de perpetua necesidad de estas. Se usan colores fuertes que atraen la mirada, sonidos agudos que despiertan nuestra atención, hasta estrategias más complejas que nos hacen requerirles todo el día. No es que seamos débiles de carácter, es que sencillamente estamos bajo su influjo sin ser plenamente conscientes. Y luego de sentirnos debilitadxs por todos estos dispositivos, vienen a vendernos los talleres de coaching y emprendimiento para completar así la nueva religión tecno-empresarial.

Un ejemplo claro del influjo de estas tecnologías y su capacidad de manipulación es lo que ha venido pasando con las elecciones alrededor del mundo donde hemos visto el ascenso del fascismo en muchos países. Puntualmente en Colombia, las elecciones presidenciales fueron conquistadas por el sector de la Narco-extrema derecha a través de “falsas noticias” y bulos deliberados que se difundían en masa a través de aplicaciones como Whatsapp y Facebook. Cada día que pasa se comprueba el carácter fraudulento de la victoria de esas elecciones (compra de votos con dinero de narcos, manipulaciones en la registraduría, además de lo ya nombrado).

Estas tecnologías tienen gran capacidad de influir sobre nuestra vida y cuando menos nos damos cuenta nos sentimos sometidos a ellas sin ninguna clase de control sobre nosotrxs mismxs ¿no es esto un efecto de algún sortilegio? ¿Cómo escapar a todo ello entonces? Parece ser la gran pregunta. Pienso que en buena medida la respuesta está en distanciarse del ciber-espacio y la pseudo-sociabilidad que genera, la ansiedad por sentirse acompañados por los otros o recibir su aprobación, pero sin permitirse ser cada uno en sí mismo, sin permitir las distancias que nos acercan y nos permiten tener de que hablar en cada encuentro, soledades pobladas de afectos. Pienso que al apartarse del ciber-espacio existe la posibilidad de descubrir muchas cosas que han estado frente a nosotrxs todo este tiempo pero que hemos sido incapaces de percibir o valorar por influjo de su magia negra cuya esencia es el miedo. Se pueden llegar a descubrir paisajes, relatos y formas de vida que desbordan o se mantienen al margen del ciberespacio. Pero sobre todo creo que la clave está en buscar refugio en ciertas formas de intimidad, principalmente en la espiritualidad; el desconectarse de todo, acogerse al silencio, contemplar la vida, prender una vela quizá y escuchar al fuego; y si hay algo que enseña la magia y que es esencial a ella es a “intencionar”, concretar nuestras intenciones en la vida, en cada campo, ya que hacia ello se dirigirán nuestras energías; sino tenemos claros nuestros propósitos es fácil que alguien más pueda decidir por nosotros y arrastrarnos a sus fines, es por eso que el sistema y los poderosos nos mantienen en un estado de permanente confusión y distracción por medio de todo el ruido de su falsa información, sus aplicaciones, su publicidad y sus métodos de control violentos. Hay muchas maneras de vivir la soledad, esta tiene muchas caras, y tal vez solo debemos acariciarla con el espíritu y esta nos regresará la caricia. A la soledad no hay que temerle o temeremos de nosotrxs mismxs. De este modo podremos pensar un horizonte donde volvamos a las redes sin sentirnos tan desorientados, siendo conscientes de a qué nos exponemos, y con propósitos claros para no desperdiciarnos en distracciones.

 

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GATUNO

 

Busco siempre la noche silenciosa,

cuando todos duermen,

cuando todos como que mueren,

para escabullirme entre sus sueños,

espiarlos,

hurtarlos,

conspirar con ellos

atentados  a la moral y la razón.

Me deslizo hacia la cornisa,

 en ella soy efigie,

soy soberano

De un reino de escarcha y fantasía

En el que la vida se multiplica

Hasta siete veces.

Príncipe milenario

Nada me es oculto

La lujuria mi instinto

Si mi caricia quieres

Obedecer mi mandato debes.

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Diferentes puntos de vista.

Es de un aburrimiento inaguantable ser el mismo todo el tiempo. La misma camisa, el mismo corte de cabello, lavarse los dientes, la misma ruta de regreso. Es cierto, la permanencia también es conveniente, permite pulir cualquier actividad o experiencia,    re-conocerla otorga poder de acción; en lo que tiene que ver con el Ser son los hábitos los que modelan su carácter, saber que inevitablemente a la misma hora y en el mismo lugar debe estar, no importa lo que pase, cualquier contrariedad debe ser derrotada, hace algo de él. Por supuesto un Ser constreñido. Pero, en lo que a mí concierne, no puedo sobrevivir sin romper con la fuerza del hábito, sin deslizarme levemente por los días, por las manos de quién me quiere atrapar. Me gusta ser un reptil, con la piel fría y resbalosa. Y de ello se aprende a mirar la misma cosa desde diferentes puntos de vista ¿qué precisamente? lo que usted quiera o lo que a usted le afane, desde que se atreva. Podría vivir exactamente el mismo día por el resto de mi vida, pero si giro la cabeza unos cuantos grados, parecerá uno completamente diferente. No pretendo reducir con esto el existir a una cuestión de percepción, de que si rio y veo las cosas desde un punto de vista positivo todo será de este modo; más bien señalar que para salir de una encrucijada hacen falta diferentes puntos de vista sobre la situación, y para ello, hace falta salir del vicio, del devenir insistente. Ello es abrirle la puerta a todo tipo de experiencias y lo que enseñan: las tristezas, los accidentes, las tragedias, la frustración, el aburrimiento, la contemplación, la saciedad; y por supuesto también las alegrías, los goces, el placer, el éxtasis, la ensoñación, el desbordarse de pasión. Parte del problema de todos es que insistimos (o nos hacen insistir) en el trauma de una manera abusiva y pasamos por desapercibido el goce, como si con esta reiteración buscáramos cansarnos del trauma y de esta forma desvanecerlo; pero  lo que resulta de ello es un goce por la autoflagelación, y en ello se nos va la vida, se nos va el disfrute, se van volando muchas aves.  Estamos tan ciegos todo el tiempo que creemos ver. Lo anterior me sirve para reafirmar que si se insiste en un solo punto de vista tarde que temprano termina uno desbarrancado. Pero ¿cómo hacer si no se sabe, si inevitablemente estamos ciegos y vamos a encontrar la caída? sugerir que caerse y aprender de ello parece algo obvio y en medio de todo no proporciona alivio, es algo que es cierto pero que ya no dice mayor cosa; desde los afanes de mis días y lo que me han dejado solo puedo sugerir gozar cuando sea el goce, porque la mayor parte del tiempo es lucha, y estaremos solos, nadie verá con nuestros ojos lo que vemos, tocará con nuestra piel, mojará con su lengua, nadie escurrirá nuestro sudor, y el día que esté próxima la muerte así será, solos ante ella en una fiesta de miel colores. Parece que todo el tiempo estamos perdidos en un juego de ping-pong, rebotando en contradicciones. Mi estrategia es no ser uno mismo todo el tiempo. Todo ello siempre me ha llevado a aventuras, pero soy más bien vulnerable, no he logrado las alegrías que deseo. Entre estas aventuras han estado las plantas y sus distintos poderes, lo cuál ha servido para tomar conciencia de los diferentes puntos de vista con los que se puede observar las cosas; conciencia que sin dichas plantas me hubiera tardado mucho tiempo en encontrar, o quizá aún no lo lograría. El asunto con la María, más allá de su voluptuosidad, es que por algunos instantes logro tener otro punto de vista sobre las cosas mucho más fácil, por momentos todo parece resolverse de una manera tan sencilla como si la solución hubiera estado en mis narices todo el tiempo y no había sido capaz de aceptarla; es como si me desdoblara y me permitiera verme desde los ojos de otro, ser otrx, y opinar como un espectador en medio de una obra; también es como si fuera poseído por  distintos espíritus y pudiera verlo todo a través de su esencia, así, en determinados momentos la realidad se convierte en un entramado de relaciones eróticas donde todo parece más simple, donde lo esencial no es la razón ni la verdad, sino el deseo, el vibrar y el fuego, todo se reduce a una expresión tan simple y me enseña de paso lo estúpido que soy en mis momentos de mucho cavilar y de exceso de elocuencia, puras estructuras rígidas monumento a la oquedad; así mismo no todo es alegría, y en algunos momentos también llegan esos  espíritus que señalan cosas que no queremos ver, lo dramático  de nuestra situación personal o de lo que nos rodea, como si la vida fuera un cuadro de arte clásico donde todos están suspendidos y flotando en su mueca de horror. En dichos momentos conviene tener un anclaje en lo real, saber distinguir lo que es cierto de lo que es un exceso de la alucinación, de lo contrario termina uno ante el paredón enjuiciándose a sí mismo. Son distintos estados de la mente útiles para no enfrascarse, sacan a flote lo que está latente y no somos capaces de palpar. Del tabaco se aprenden otras cosas, es mucho más poderoso y sin embargo la mente no flota, no se va a otro lugar, solo es como si fuera impactada por un rayo de profunda sabiduría, como si las respuestas llegaran de manera arrolladora; la mente puede estar distraída en mil ansiedades,  pero cuando se inhala el rape el cerebro es impactado y descansa de todas esas cosas; es entonces cuando llegan las respuestas, algunas quizás sin siquiera conocer las preguntas, y los días que vienen después las cosas parecen cambiar, uno parece mantener el equilibrio y la realidad parece  una película donde el protagonista (nosotros) va progresando hacia la trama de esta. Puede venir lo bello después de lo trágico, y también se piensa en que sino somos lo suficentemente aptos para este conocimiento, puede de nuevo regresar lo trágico y así reiterar su verdad; pero todo esto parece el ciclo natural de las cosas, sin embargo me gustaría pensar en la posibilidad de quedarse un poco más en lo bello, acogerse solo un instante más porque ser desgarrado es muy duro, arrancado de las cosas sin mayor alternativa. Y así… son claves los diferentes puntos de vista, salirse de uno mismo, no ser lo de siempre, no estar donde esperan encontrarnos todo el tiempo. Tratar de conocerse es otra cosa que da para escribir mucho, pero ahora no; solo diré que prefiere uno tratar de especular lo que se puede llegar a ser; obtener la verdad sobre uno congela. Por lo pronto llueve y es de noche, afuera la calle sigue sola habitada por el fantasma de la muerte, de la enfermedad, la máscara de la muerte roja que ha venido al baile, se desliza alrededor de los invitados y nadie le nota, nadie reconoce su identidad, puede ser cualquiera. De seguro afuera, bajo la humedad, las cosas se ven diferentes. Espero que cuando vuelvas a mojarte bajo la lluvia las cosas sean diferentes.

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Odio calibre 38

Ah, si los días tuvieran un poco más de hollín,

Si los ocasos fueran un poco más verdes,

Si los jardines de rosas muertas que adornan mi templo

Escurrieran con más ligereza el tinte del celofán

Orgánico

Lunático.

Se sentiría con menos peso la niebla en mi calavera,

Aullarían un mismo coro

Los perros que ladran su locura en mi cabeza,

Las máquinas tragamonedas cantarían el himno de la Alegría.

Porque así se deleitan los cerdos

En el fango de su propio odio;

Porque así se sacia la policía con la cocaína,

Así goza la histérica cortando sus venas.

Y ya nadie teme las iras del cielo

Porque ya nadie concibe posible

Una ira más infinita que la del hombre

Ensañado contra la tierra que le alimenta.

Hay quienes entonces vamos de negro,

De luto permanente

Por la vida que no se ha vivido,

Andando en las madrugadas

Laberintos llenos de salidas

Que no conducen a nada;

Y cualquiera está apunto

De morir,

Vivir,

Amar,

Odiar

Bordeando aceras

Con un revolver del que no tiene detonador.

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Deseos

¿Debería temer a mis propios deseos?

convulsiones óseas,

nauseas en la sangre

de una rosa que no florece.

Y el oleaje en cada respiración…

— Yo en realidad te deseo estrepitosamente,
como un hombre que rueda por las escaleras
viendo su conciencia dar vueltas —

Y este ardor…

vasto,

incontenible;

es la vida la que se me escapa por las narices.

Y aún azul,

yerto,

etéreo,

no ceso de reproducir imágenes

que se me escapan entre los dedos,

mis labios violetas

besan el frío sideral

de las ansias hechas pesadillas,

y me quemo

me quemo,

y bebo,

y bebo,

y me reconcilio

me doy palmadas en la espalda

me digo que todo está bien

que mañana pasa la próxima ruta.

Veo los transeúntes alejarse en sus dos patas de patos amaestrados

y que ni se atreva el primero a darme consuelo

cuando contengo en mi garganta

el sabor de mi saliva-sangre-licor;

suficiente reconocimiento de lo que se es y lo que no,

suficientes programas de televisión por hoy.

Pero un día…

un día de estos…

estaré del otro lado

donde han coincidido las y los flotantes;

un día de estos las bendiciones surtirán efecto,

las de mi madre y las de quien me maldice;

se encontrará la araña, la tela y la mosca

y ocurrirá una orgía.

Ese día yo dispararé  por la ventana

sin clemencia

la alegría del fuego,

el brillo en mis ojos;

sonarán todos los timbres de recreo

sonreirán las brujas

serán derrotadas todas las flechas

será restaurada la fé de quien no la tiene

se pudrirá el que la finge.

Soplará la brisa

y traerá consigo dientes de león

navegando los aires

con  gesto pacífico.

Y ese día todo el mundo será testigo,

pero nadie conocerá mi secreto,

daré un abrazo a mi corazón,

a mi pecho,

y me iré a dormir tranquilo,

temprano.

 

 

 

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Tango

Quisiera ser un tango

para que me bailen triste y seductoramente,

para ser vaho de la noche,

y que me canten suavecito, suavecito,

con la voz temblando en llanto

y la navaja en el bolsillo.

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vístase de poeta

Vístase de poeta
con un sombrero de papel
y unas gafas de yo no fui,
con las candongas de su madre
y el labial del padre.

Cómprese en el templo más modesto
un abrigo de Arturo Calle
pa’ parecer de la calle.

No olvide las pulgas, 
si con su sangre las embriaga
serán sus más fieles musas.

Si lleva pantalones:
plánchelos en las bancas de los parques,
que se los arreglen a la medida del hambre
y por billetera uno de Gonzalo Arango, a ver si confunde y le hacen caso.

Si son faldas las que decide usar:
Sea bien mari-macha
que nunca falta el facho,
baile cumbias todo el día 
mientras hace guiños al ocaso;
si la ley acude, sonría y présteselas al policía.

Finalmente,
es inútil calzarse
pues el poeta
sobre el tiempo caminante errante.

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