Odio calibre 38

Ah, si los días tuvieran un poco más de hollín,

Si los ocasos fueran un poco más verdes,

Si los jardines de rosas muertas que adornan mi templo

Escurrieran con más ligereza el tinte del celofán

Orgánico

Lunático.

Se sentiría con menos peso la niebla en mi calavera,

Aullarían un mismo coro

Los perros que ladran su locura en mi cabeza,

Las máquinas tragamonedas cantarían el himno de la Alegría.

Porque así se deleitan los cerdos

En el fango de su propio odio;

Porque así se sacia la policía con la cocaína,

Así goza la histérica cortando sus venas.

Y ya nadie teme las iras del cielo

Porque ya nadie concibe posible

Una ira más infinita que la del hombre

Ensañado contra la tierra que le alimenta.

Hay quienes entonces vamos de negro,

De luto permanente

Por la vida que no se ha vivido,

Andando en las madrugadas

Laberintos llenos de salidas

Que no conducen a nada;

Y cualquiera está apunto

De morir,

Vivir,

Amar,

Odiar

Bordeando aceras

Con un revolver del que no tiene detonador.

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